martes, 19 de febrero de 2013

LA OTRA CARA



Un rito de paso es un tipo de ceremonia comunitaria que celebra el movimiento social de los individuos, su entrada en el grupo al que se desea acceder. La mayoría de estos ritos tienen lugar en una etapa de frontera o umbral, en momentos importantes de transición en la vida de una persona. En todas las sociedades existen estos rituales que simbolizan el cambio de status de la persona que los realiza, del iniciado. Están en todas las culturas y en todas las civilizaciones conocidas.

También en el teatro, una de las ceremonias más antiguas que hoy en día prevalecen, estos rituales de paso son actos obligados para todas aquellas personas que quieren formar parte activa de su comunidad. 

Desde hace dos años se produce cada mes en Madrid una serie de ritos de paso teatrales, dentro de la programación que la empresa Microteatro por dinero ofrece al espectador. 

Después de adquirir la entrada en taquilla, el público visita el bar, que según los promotores es el verdadero negocio de la empresa. Luego, a la hora señalada y como en la película de David Linch El hombre elefante, una responsable de sala hace descender a los espectadores al sótano para ver a los y las artistas, que en unas condiciones difíciles, se preparan para una nueva función, de las seis que tendrán que celebrar cada noche.

Lo que para las actantes son actos de amor y de hospitalidad, manifestaciones de la ilusión por el encuentro con el público para el que se realiza la ofrenda, para los gurús que lo organizan son palabras y números encastrados dentro de un cubículo. No se tiene respeto alguno por las condiciones de exhibición, por el sonido fluido que llega de la función de la sala vecina, que traspasa los débiles tabiques que separan unos zulos de otros, o por el olor a rayos que se concentra en las claustrofóbica zona de representación. Todo al módico precio de 4 euros por unos doce minutos de teatro, lo que trasladado a una obra de una duración media, supondría un coste de 30 euros por cabeza, sentados, eso sí, en cómodas banquetas de IKEA, no aptas para todos los traseros. 

Escribo todo esto al hilo del paso por mpd de la pieza EL OTRO LADO de Lola Fernández de Sevilla, con dirección de Bárbara Risso. El texto, atravesado por el lenguaje poético que la autora imprime a sus creaciones, nos habla de la necesidad urgente de sacar al teatro a la calle y confrontarlo con la realidad. Las interpretaciones de Fernando Martín y Laura Salido están a la altura de la poesía de la obra, especialmente en el caso de la actriz, que borda algunos momentos de histrionismo que nos recuerdan a la Norma Desmond de Sunset Boulevard, el clásico del magistral Billy Wilder. 

La ilusión por pasar "al otro lado" se ha convertido en un hecho. La ceremonia del teatro, la comunión entre público, actores y obra se ha producido. El rito se ha cumplido.

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