martes, 26 de febrero de 2013

Ramón Pérez de Ayala



Vida.

Ramón Pérez de Ayala nace en Oviedo en 1880 y muere en Madrid en 1962.

Tuvo grandes conocimientos de humanidades, codeándose con grandes figuras de la cultura y la intelectualidad de su tiempo.

Estudió Derecho bajo la protección de Leopoldo Alas Clarín, al que admiraba profundamente.

Estuvo en contacto con las filosofías del krausismo y el regeneracionismo, que pretendieron una renovación de la educación española durante las primeras décadas del siglo XX. También, con el movimiento estético decadentista, procedente de Europa. Fue dandy y liberal, en un momento en el que ambas categorías (sobre todo la primera) no estaba nada extendida en España.

Estuvo en contacto con los modernistas, especialmente con Azorín y con Valle Inclán.

Creó, junto a Gregorio Martínez Sierra y María Lejárraga, la revista modernista Helios.

Tras el escándalo que produjo la publicación de su novela Tinieblas en las cumbres, salió de España y pasó varios años viajando por Europa. Al hilo de esos viajes trabajó como corresponsal durante la Primera Guerra Mundial.

En 1927 ganó el Premio Nacional de Literatura y en 1928 fue elegido miembro de la RAE.

Apoyó la proclamación de la Segunda República, pero se desencantó pocos años después.

Con el estallido de la Guerra Civil, se exilió y no regresó a España hasta 1954.

A su vuelta, se encontró con que el régimen franquista rechazaba sus obras.

Pasó los últimos años de su vida escribiendo críticas teatrales para ABC.


Obra.

A lo largo de su vida, Ramón Pérez de Ayala cultivó todos los géneros literarios, con excepción del teatro (tras un breve intento, fracasó y desistió).

En sus obras, emplea un lenguaje lleno de ironía, con numerosas referencias intertextuales y cultismos. También maneja el cambio en el punto de vista.

De entre todas sus obras destacan:
La paz del sendero (1904); poesía.
Las máscaras (1917-19) y Política y toros (1918); ensayos.
Tigre Juan (1926) y El curandero de su honra (1926); novelas.


Crítica teatral.

Las críticas teatrales de Pérez de Ayala están llenas de ironía. Además, son muy literarias; a veces emplea recursos como el relato o el diálogo para introducir su opinión sobre las obras que analiza.
Sus críticas atienden sobre todo al análisis del autor y del texto, y no tanto la puesta en escena y la interpretación.

Hábilmente, suelen recoger también la reacción del público.

A Pérez de Ayala le fascinó el teatro de Pérez Galdós, el de los hermanos Álvarez Quintero y el de Arniches. En cambio, perduran varios textos en los que se muestra muy duro con el teatro de Benavente.

Por lo demás, elogia a Valle Inclán y critica a Wilde (en este último caso quizá más bien basándose en criterios personales y no demasiado literarios).

Pérez de Ayala afirma tajantemente que el teatro occidental debe ser aristotélico.


Algunos ejemplos de críticas teatrales.

- En "Santa Juana de Castilla", Pérez de Ayala hace uso de un recurso muy literario. Comienza relatando la historia de la reina Juana de Castilla, como si de un cuento se tratara. Casi al final de la crítica, el autor revela que se trata de una crítica teatral sobre un espectáculo basado en dicho personaje. Llama la atención el elogio de Margarita Xirgu.

- En "Coloquio con ocasión de una terrible leona" Pérez de Ayala emplea también recursos literarios; en este caso la narración y el diálogo, como vía para presentar su crítica de la obra. Interesa su reivindicación de la tragedia como género, a lo que añade el reproche a la falta de preparación para la misma del público del siglo XX. Sorprende, por ejemplo en esta crítica, la falta de atención por parte del autor, tanto a la puesta en escena como a la interpretación del texto teatral.

- En "El mal que nos hacen" Pérez de Ayala responde a una acusación que había recibido y que le reprochaba su falta de atención al teatro de Jacinto Benavente. El autor ahonda en su crítica de "El mal que nos hacen", por la falta de caracterización de los personajes por medio del lenguaje (según él, todos hablaban igual). Le reprocha a Benavente la utilización de un lenguaje lleno de cultismos, para lucimiento del propio autor. Señala asimismo la interpretación de Margarita Xirgu, a quien considera una de las grandes actrices de su tiempo. Por otro lado, en esta crítica pone de manifiesto la opinión del público, que pateó la obra; algo especialmente incisivo, pues se evidencia como algo incontestable.


Opinión personal.

Pienso que la crítica teatral de Pérez de Ayala se encuentra imbuida de los valores de su tiempo. Su figura resulta interesante en la medida en que fue un hombre enormemente culto, que se empapó de los principales movimientos y novedades culturales de su época. Así, podemos considerar que fue un hombre de perfil progresista.

No obstante, entre sus textos figuran ejemplos de cierta limitación de esa apertura ideológica y cultural, en alguna medida -imagino- por el contexto geográfico e histórico en que vivió. Sucede así, en sus críticas a la persona -más que a la obra- de Oscar Wilde.

La utilización de elementos literarios en las críticas es el rasgo que me ha parecido más interesante de las mismas, ya que vuelve más creativo el ejercicio de la crítica. Por otro lado, aunque es un rasgo generalizado en la crítica teatral de comienzos del siglo XX, sorprende la falta de atención a la puesta en escena.

La utilización de la ironía, muy fina, continúa la estela de Larra, y seguramente es también uno de sus rasgos más destacables.

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