El conflicto con lo diferente
como propuesta de teatro para la infancia.
La cartelera madrileña tiene este fin de semana una cita teatral
dirigida a la infancia. Se trata de El ogrito,
obra de la dramaturga canadiense Suzanne Lebeau, que aterriza en la
sala El Semillero con puesta en escena de Gervais Gaudreault,
compañero y socio de la dramaturga en la compañía Le Carrousel.
“El reto principal del teatro de Suzanne es conseguir llegar a la
infancia y la juventud sin dejar de lado a los adultos”, ha
explicado Gaudreault. El reto de esta puesta en
escena ha discurrido en la misma dirección, tratando de generar
imágenes que inviten al espectador adulto a no desconectar de lo que ve.
El ogrito fue escrita en 1997, y estrenada por Le Carrousel
al año siguiente. Ya desde sus inicios, el texto, concebido
inicialmente en francés, fue traducido al inglés y al castellano.
La versión que nos llega, por tanto, puede ser considerada como
original. La obra realiza una vuelta de tuerca sobre la fábula de
Caperucita Roja, al presentar a un protagonista, un pequeño
ogro, que vive en una apartada casa del bosque junto con su madre. En
una sucesión de pruebas marcadas por la salida de la luna llena, el
Ogrito debe enfrentarse al proceso de lucha contra sus instintos de
ogro.
“Se trata de un verdadero viaje del héroe” -dice el director en
referencia a la estructura de la obra-, “un viaje del héroe que se
relaciona con el proceso de crecimiento del ser humano, con la
necesidad de crecer y vencer los propios miedos”. En el montaje
encontramos referencias tan próximas en el teatro para la infancia
como la licantropía, el bosque, la luna o el miedo a lo diferente.
Le Carrousel es la compañía que Gervais Gaudreault y Suzanne
Lebeau fundaron en Quebec hace casi cuarenta años. A partir de la
pregunta fundamental acerca de qué se les puede contar a los niños,
el objetivo de Lebeau y Gaudreault ha sido crear un repertorio de
textos y espectáculos capaces de tensionar los límites entre unos
públicos y otros, y también de acabar con la idea de la censura a
la hora de escribir o crear espectáculos para niños y niñas.
“Una premisa fundamental para nosotros ha sido la de que no
existen temas, en principio, inapropiados por sí mismos para la
infancia; puedes hablar de todo, lo único que has de saber hacer es
variar y adaptar el enfoque y la forma”, añade Gaudreault. El
espectáculo, producido como parte de un
proyecto internacional de Le Carrousel con teatros de diferentes
ciudades europeas, pasará en El Semillero -sala con demostrado
interés en renovar el teatro para la infancia y la juventud- dos
semanas seguidas, antes de continuar su gira por otras ciudades del
país. El director, que
trabaja en esta ocasión con un reparto enteramente español, señala
el tema del enfrentamiento con lo diferente, con lo que es oscuro y
da miedo: “el verdadero desafío para la inclusión”, concluye.
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