jueves, 8 de noviembre de 2012

De ogritos y ogritas



El conflicto con lo diferente como propuesta de teatro para la infancia.
 
La cartelera madrileña tiene este fin de semana una cita teatral dirigida a la infancia. Se trata de El ogrito, obra de la dramaturga canadiense Suzanne Lebeau, que aterriza en la sala El Semillero con puesta en escena de Gervais Gaudreault, compañero y socio de la dramaturga en la compañía Le Carrousel.

“El reto principal del teatro de Suzanne es conseguir llegar a la infancia y la juventud sin dejar de lado a los adultos”, ha explicado Gaudreault. El reto de esta puesta en escena ha discurrido en la misma dirección, tratando de generar imágenes que inviten al espectador adulto a no desconectar de lo que ve.

El ogrito fue escrita en 1997, y estrenada por Le Carrousel al año siguiente. Ya desde sus inicios, el texto, concebido inicialmente en francés, fue traducido al inglés y al castellano. La versión que nos llega, por tanto, puede ser considerada como original. La obra realiza una vuelta de tuerca sobre la fábula de Caperucita Roja, al presentar a un protagonista, un pequeño ogro, que vive en una apartada casa del bosque junto con su madre. En una sucesión de pruebas marcadas por la salida de la luna llena, el Ogrito debe enfrentarse al proceso de lucha contra sus instintos de ogro.

“Se trata de un verdadero viaje del héroe” -dice el director en referencia a la estructura de la obra-, “un viaje del héroe que se relaciona con el proceso de crecimiento del ser humano, con la necesidad de crecer y vencer los propios miedos”. En el montaje encontramos referencias tan próximas en el teatro para la infancia como la licantropía, el bosque, la luna o el miedo a lo diferente.

Le Carrousel es la compañía que Gervais Gaudreault y Suzanne Lebeau fundaron en Quebec hace casi cuarenta años. A partir de la pregunta fundamental acerca de qué se les puede contar a los niños, el objetivo de Lebeau y Gaudreault ha sido crear un repertorio de textos y espectáculos capaces de tensionar los límites entre unos públicos y otros, y también de acabar con la idea de la censura a la hora de escribir o crear espectáculos para niños y niñas.

“Una premisa fundamental para nosotros ha sido la de que no existen temas, en principio, inapropiados por sí mismos para la infancia; puedes hablar de todo, lo único que has de saber hacer es variar y adaptar el enfoque y la forma”, añade Gaudreault. El espectáculo, producido como parte de un proyecto internacional de Le Carrousel con teatros de diferentes ciudades europeas, pasará en El Semillero -sala con demostrado interés en renovar el teatro para la infancia y la juventud- dos semanas seguidas, antes de continuar su gira por otras ciudades del país. El director, que trabaja en esta ocasión con un reparto enteramente español, señala el tema del enfrentamiento con lo diferente, con lo que es oscuro y da miedo: “el verdadero desafío para la inclusión”, concluye.

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