domingo, 11 de noviembre de 2012

EN EL INFIERNO VERDE



Las terribles secuelas físicas y psíquicas de un veterano de guerra

El actor y director madrileño Eduardo Fuentes regresa a la capital con la puesta en escena del Caso 315, monólogo en el que el actor Juan Díaz da vida a un joven campesino, protagonista de una apocalíptica odisea bélica en plena selva nicaragüense. Después de su estreno en Madrid, el público podrá descender a este infierno verde en la gira que la compañía comienza el próximo sábado, diez de noviembre, en Galicia.


Eduardo Fuentes descubrió la historia del Caso 315 una tranquila mañana de domingo. “La historia apareció publicada en prensa en 1986, escrita por Julián Egea, un cooperante español que había recorrido diferentes países latinoamericanos. Egea entró en Nicaragüa y exploró los lugares en donde se había desarrollado la revolución sandinista y las posterior guerra civil que asoló el país”, explica Fuentes. “En el artículo encontré el relato en primer persona de un soldado que se encuentra en proceso de rehabilitación en un hospital militar tras una experiencia traumática en manos de la contra nicaragüense, el ejército mercenario respaldado por el gobierno de Ronald Reagan, formado tras el triunfo de los sandinistas”. Fuentes vio inmediatamente que ahí había un monólogo dramático y decidió buscar la forma de llevarlo a escena.

Impresionado por la dureza de las vivencias de este joven campesino, Eduardo Fuentes, que entonces tenía 25 años, asumió la tarea de interpretar el texto. El Centro Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas atendió la propuesta y el espectáculo se montaba un año después en la Sala Olimpia, actual Teatro Valle-Inclán, en Madrid.  “Se ha producido de forma natural un relevo generacional y hoy es Juan Díaz, actor de reconocida trayectoria en teatro, cine y televisión el que afronta el trabajo de poner cuerpo y voz al protagonista del monólogo. El encuentro de Juan con el texto ha generado en él, como en su día generó en mí, la necesidad de volver a hablar del Caso 315, de denunciar los estragos que la guerra puede llegar a producir en las personas. Sobrevivir con estas secuelas puede convertirse en algo peor que la muerte”, concluye Fuentes.



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