miércoles, 5 de diciembre de 2012

COMENTARIO SOBRE LA CRÍTICA TEATRAL



            La crítica teatral es para mí un gran conflicto dramático interno: aquel que experimenta el escritor entre la necesidad de reportar una información objetiva y veraz y su propósito de emitir públicamente una valoración, y como tal, subjetiva, acerca de un espectáculo o una obra artística.
            Al hacer una crítica literaria, teatral, cinematográfica, musical,… el escritor mezcla información y opinión, no pudiendo, o debiendo, a mi entender, existir una sin la otra. Siendo el hecho de informar lo más objetivamente posible sobre el espectáculo la base de la crítica, considero que la dificultad y su verdadera esencia residen en la opinión argumentada que el crítico nos da acerca del mismo. Esto es, la virtud de proporcionar al potencial espectador del espectáculo, algo más que la sinopsis y la ficha técnica o artística del mismo, por ejemplo relacionando el hecho artístico de forma sincrónica con el teatro y la sociedad de su tiempo, al mismo tiempo que ubicándolo ,diacrónicamente, dentro de la historia del teatro y del arte.
            Creo que la crítica requiere tanto de una objetivación de los elementos integrantes del hecho teatral como de una sensibilidad especial hacia el análisis y la argumentación, junto con grandes dosis de empatía que le permita al escribiente ponerse del lado del espectador potencial del montaje objeto de la crítica. Y digo escribiente, y no escritor, por tratar de dignificarlo como oficio así como por señalar la acción inacabada que supone escribir esperando el feed-back de ese espectador que decidirá asistir o no a tal espectáculo y que se convertirá, a su vez, en crítico del mismo.
Así, considero que el principal destinatario y beneficiario de la crítica no es el artista, sino el lector o espectador interesado en el hecho teatral, decisor último de tomarla o no en consideración.
Por ello, cualquier crítica teatral, además de informar objetivamente sobre todos los componentes que hacen posible el espectáculo, su ubicación, temporalización etc, deberá aportar datos difícilmente objetivables al entrar en el campo de la opinión, como son la originalidad del mismo, la valoración sobre su significado o su alcance, o incluso la fundamentación de la importancia implícita que concede el crítico al optar por resaltar unos aspectos sobre otros.
Así, desechando la arbitrariedad y la gratuidad en los juicios, considero parte de la riqueza del arte de hacer crítica teatral, aquella que reside en la expresión de la propia idiosincrasia del que la ejerce entendiendo el teatro como un fenómeno vivo, no estático, cuyo alcance, valoración y repercusión social depende también de los ojos que lo miran.

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